Hay dos formas de esforzarse por mejorar en la vida:
Para experimentar un cambio duradero, debemos mejorar nuestro carácter, no solo nuestro comportamiento.
Éste es un método duradero y mucho más efectivo: trabajar en tu personaje, es decir, los hábitos fundamentales y los sistemas de creencias que forman tu visión del mundo. Solo el comportamiento derivado directamente de tu personaje perdurará con el tiempo, porque, tarde o temprano, tu verdadero personaje brillará. Enfatiza cosas como el coraje, la integridad y la regla de oro.
Covey descubrió que hay principios universales que gobiernan la efectividad humana, como la responsabilidad, la justicia, la equidad y la honestidad. Éstos son rasgos primarios. Si no sigues esos principios, podrás ser eficaz en el corto plazo, pero no de una manera duradera. La efectividad reside en el carácter de cada persona.
Un carácter de efectividad personal e interpersonal se forja con 7 hábitos, y estos hábitos se basan en principios.
Se trata de un método cortoplacista consistente en trabajar las habilidades necesarias para el comportamiento que desea. Por ejemplo, si desea mejorar sus relaciones con los demás, puede estudiar técnicas de comunicación o lenguaje corporal. En realidad es solo un atajo que permite evitar trabajar en los rasgos de carácter fundamentales que te detienen, prometiendo que alguna técnica fácil de aprender será la bala de plata para todos tus problemas. Desafortunadamente, esta promesa generalmente está vacía, y casi nunca resulta en un crecimiento personal duradero.
Según Covey, la ética de la personalidad permite obtener efectividad. Pero los elementos que la definen son rasgos secundarios, no primarios. Nunca podré tener éxito a largo plazo si mi carácter es fundamentalmente imperfecto, y está marcado por la duplicidad y la falta de sinceridad. Mi duplicidad alimentará la desconfianza, y todo lo que yo haga (incluso aplicando buenas técnicas de «relaciones humanas») se percibirá como manipulador.